viernes, 15 de abril de 2016

Las personas con parálisis podrían volver a caminar gracias a una espina dorsal biónica #volveracaminar


Investigadores australianos han desarrollado una espina dorsal biónica que podría devolver la capacidad de caminar a los pacientes con parálisis utilizando el subconsciente. Las pruebas en humanos del nuevo dispositivo,
controlado con la mente, empezarán el próximo año en el hospital Royal Melbourne de Victoria.
Los científicos esperan que este nuevo dispositivo, de apenas 3cm de largo y unos cuentos milímetros de ancho, una vez implantado en un vaso sanguíneo próximo al cerebro sea capaz de leer las señales eléctricas del cerebro y enviarlas a un exoesqueleto, unos miembros biónicos o una silla de ruedas, con el fin de proporcionar a los pacientes parapléjicos o tetrapléjicos mayor movilidad.
El pequeño dispositivo es un stent metálico, conocido como “stentrodo” y denominado “espina dorsal” por sus creadores debido a su función. El dispositivo ha superado con éxito las pruebas en animales y el próximo año se empezará a probar en humanos. Los primeros ensayos en humanos consistirán en la implantación del dispositivo en tres pacientes del hospital Royal Melbourne de Victoria. Para ello, se les realizará una pequeña incisión en la parte posterior del cuello, se introducirá el dispositivo en los vasos sanguíneos que van al cerebro y se guiará con un catéter hasta depositarlo sobre la corteza motora, la parte del cerebro donde se originan los impulsos nerviosos que inician los movimientos musculares voluntarios.
El dispositivo metálico ha sido diseñado con propiedades elásticas para que se pueda doblar y comprimir mientras lo guían con un diminuto catéter a través de las venas. Una vez sobre la corteza motora, se libera el estentrodo, que se expande y queda fijado contra las paredes del vaso sanguíneo y se retira el catéter.
El principal reto consistía en lograr desarrollar un dispositivo que
fuese flexible, biocompatible y lo suficientemente pequeño como para
poder desplazarse por un vaso sanguíneo de un milímetro de grosor.

Se puede ver el procedimiento de implantación completo en el siguiente vídeo:
En su exterior, la espina dorsal biónica lleva incorporados unos electrodos que detectan las señales neuronales de la corteza motora y las envían a un pequeño dispositivo implantado bajo la piel en el pecho del paciente.
Este dispositivo se encarga de interpretar las señales y transformarlas en comandos, que se enviarán a las prótesis biónicas, exoesqueletos o sillas de ruedas a través de bluetooth para ordenarles que se muevan.
La espina dorsal biónica no repara las vías dañadas del cerebro, sino que le proporciona otra forma de hacer las cosas, evitando la zona dañada. Obviamente, al principio los pacientes no sabrán cómo hacerlo, pero los investigadores afirman que, poco a poco, con entrenamiento, llegarán a ser capaces de controlar las prótesis biónicas y otros dispositivos similares con su subconsciente.
Según uno de los principales autores del estudio, el Dr. Nicholas Opie, ingeniero biomédico e investigador de la Universidad de Melbourne, se trata de una operación muy sencilla que apenas dura unas horas y cuyo procedimiento es similar al realizado habitualmente por el personal del hospital para eliminar coágulos de sangre, con la diferencia de que, en este caso, se introduce el dispositivo y se deja en el interior del paciente.
Este será el primer ensayo realizado con humanos del dispositivo que, hasta la fecha, solo sea ha probado en ovejas. En un principio, se probará en tres pacientes con parálisis de los miembros inferiores elegidos entre los pacientes de la unidad de médula espinal Austin Health.
En realidad, este nuevo invento, desarrollado por un equipo de 39 neurólogos e ingenieros biomédicos del Hospital Royal Melbourne, la Universidad de Melbourne y el Instituto Florey de Neurociencia y Salud Mental, no es el primero en proporcionar movilidad a pacientes con parálisis utilizando señales eléctricas neuronales, pero gracias a su diminuto tamaño y su gran facilidad de implantación, supone una gran innovación con respecto a otras soluciones anteriores que, en la mayoría de los casos requerían de cirugías mayores, con el consiguiente riesgo de infección y otras posibles complicaciones.
Los investigadores, que han publicado los detalles de su descubrimiento y de las pruebas realizadas con éxito en animales en la revista Nature Biotechnology, señalan que si el experimento en humanos tiene éxito, el siguiente paso sería tratar de adaptar el dispositivo para tratar otras enfermedades como la epilepsia, el trastorno obsesivo-compulsivo o la enfermedad de Parkinson.

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