PROYECTO OASIS
Los objetivos del proyecto están claros:
- La producción de alimentos y biocombustibles.
- Generar una enorme cantidad de agua potable capaz de regar estos cultivos.
- Revegetar las zonas desérticas
Crear tal cantidad de energía que se pueda cubrir la demanda eléctrica de África y Europa.
Para alcanzar estas metas, se han utilizado dos tecnologías de última generación:
Las Plantas de Concentración Solar (PCS), las cuales almacenan la energía solar para generar vapor, el cual impulsa una turbina unida a un generador, produciendo energía eléctrica. - y los Invernaderos de Agua Salada (IAS), que permiten el riego de los cultivos mediante la evaporación del agua de mar y su posterior condensación en agua dulce. Además, el agua salada también ayuda a enfriar los invernaderos.
La idea es que todas las fases del proyecto presenten una marcada interconectividad. La energía eléctrica de las Plantas de Concentración Solar ayuda a poner en funcionamiento las bombas que traen el agua de mar al lugar donde se usa para acondicionar el aire dentro del invernadero.
Ello se consigue debido a que el agua marina atraviesa unas pantallas porosas de cartón –denominadas evaporadores – que, a su vez, enfrían y humidifican el aire seco del desierto, logrando con ello crear un ambiente favorable para el crecimiento de las cosechas. Asimismo, el riego de las plantas es posible gracias a la condensación del vapor del agua de mar.
Con respecto a los residuos generados durante el proceso de desalación y de producción energética, se diseñó un sistema en el que los productos de desecho de un sector, podían ser utilizados en otro como recurso. De esta forma les permitía conseguir una mayor eficiencia de las tecnologías individuales y reducir los residuos que se generaban.
Así lo explica Michael Pawlyn, arquitecto especialista en diseño sostenible y miembro fundador del proyecto: “El agua salada que sale de los invernaderos se va al CSP para enfriarlo –lo que la hace más eficiente– y después irá a las ‘protecciones’ del evaporador que crean condiciones de crecimiento para los cultivos y sembrar las áreas del desierto”.
El remanente salino que no puede ser reutilizado, termina en unas salinas donde se extraen sus componentes – cloruro de sodio, yeso, carbonato de calcio, etc-, se acumulan y posteriormente son comercializados.
Actualmente, la instalación de Qatar ya está dado sus primeros frutos en forma de pepinos.
Estamos, por tanto, ante un nuevo intento del ser humano por dominar el inmenso desierto. Un intento tan antiguo como la propia civilización. Ya en Mesopotomia, bajo la influencia principalmente del Éufrates, se llevaron a cabo obras hidráulicas que intentaban introducir los ríos desierto adentro. El proyecto Bosque del Sahara no es sino un avance tecnológico de ese mismo reto mesopotámico. Ahora bien, ¿qué hay detrás de esos fines aparentemente altruistas de abastecer de agua y alimentos a todo un continente como es África? Juzguen ustedes mismos.
Fuentes: http://www.pensandoelterritorio.com/cultivando-en-el-desierto-el-proyecto-bosque-del-sahara/
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